Alyssa Bustamante protagonizó un momento verdaderamente emotivo pocos minutos antes de saber que había sido condenada a cadena perpetua. Estaba en el tribunal del juez Pat Joyce en Jefferson City, Missouri (Estados Unidos) y se levantó de su silla para dirigirse a los padres de la niña de nueve años que ella misma había asesinado. La misma gente que al comienzo de su juicio la había tildado de
Sobre el sonido de las cadenas que le ataban los brazos a la cintura y los tobillos, empezó a hablar.
"Estoy extremadamente... muy arrepentida de todo. Sé que las palabras...", aquí hizo una pausa para tomar aliento y recuperar las compostura. Entonces añadió "... no pueden ser suficientes y que no pueden describir lo terriblemente mal que me siento por todo esto. Si pudiera dar mi vida para devolverles [a su hija] lo haría. Lo siento".
Fue el momento más emotivo de un triste juicio por asesinato en el que se intentó esclarecer qué había ocurrido una fatídica noche de octubre de 2009.
Cómo Alyssa, que entonces tenía 15 años, había cavado la tumba con días de antelación para enterrar en ella a Elizabeth Olten, una niña de nueve años que vivía cerca de St. Martins, un pueblo al oeste de Jefferson City.
Cómo la decidida asesina había usado a su hermana pequeña para que la niña fuera a su casa a jugar porque "tenía una sorpresa para ella" mientras escondía un cuchillo en su mochila.
Cómo esa noche escribió en su diario: "Las he estrangulado y degollado y apuñalado y ahora están muertas. No sé cómo me siento ahora mismo. Ha sido increíble. En cuanto superas el momento de 'oh Dios mío, no puedo hacerlo', es bastante agradable. Estoy un poco nerviosa ahora mismo. Bueno, me tengo que ir a misa... jaja".
No fue a misa, sino a un baile en un centro de juventud de su iglesia mormona y no eran varias las víctimas, sino sólo una, Elizabeth. Mientras, cientos de voluntarios empezaban a buscar a la niña. Alyssa empezó mintiendo sobre el paradero de su víctima. Luego confesó a la policía y les indicó dónde estaba la tumba.
El caso no podía estar más claro. El abogado de Alyssa sólo pudo argumentar que la chica había nacido cuando sus padres eran unos adolescentes que consumían drogas y que su infancia había sido, cuanto menos, problemática. Su padre estaba en la cárcel y su madre las había abandonado a cargo de su abuela. Ella se había intentado suicidar en 2007 y desde entonces tomaba Prozac, el famoso antidepresivo. Pero esto no se sostuvo como prueba ante el tribunal que tuvo que juzgar el caso.
Ahora, a esta chica sólo le queda pasar el resto de su vida en prisión. El juez Joyce ha admitido la posibilidad de libertad condicional, pero sólo porque Alyssa había admitido ser la responsable del asesinato, por lo que se le rebajó a segundo grado. Quizás en la cárcel encuentre las palabras que se le escapaban ante el juez.
Fuente: Yahoo US
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